lunes, agosto 09, 2004

el recuento de los daños

Pues sí, fue un fin de semana largo. Lo del prozac resultó bien pero no pude dejar de tomar, bueno no es que no haya podido, la neta no quise. Ni siquiera me gusta mucho el alcohol, la neta me caga andar pedo porque me da sueño rápido y no me gusta mucho la sensación de mareo y esas madres. Para que me hago yo soy pacheco por naturaleza, no pedo.
Pero bueno, ese es otro tema. El chiste es que primero fuimos a tomarnos unas chelas a una cervecería alemana y al principio pensé en no tomar y la presión social comenzó... Nada más hace falta que uno le diga a alguien en voz bajito "no puedo tomar" para que al más puro estilo del chavo del 8 todo mundo se quede callado y te empiezan a llover cuestionamientos, siempre termina uno como el mamón, snob, aguado, antipático y aburrido que quiere que le rueguen para que los demás no se sientan culpables por los efectos aletargantes y las pendejadas que uno dice y hace. No se si se han fijado pero parece ser una especie de logoterapia (la misma que utilizan los de AA para hacer lo contrario), es como una terapia de grupo que inconscientemente hace pensar algo asi como "si todos estamos pedos... pues no hay pedo" "al cabo que todos estamos bien pedos" es como cuando todo mundo lanza una piedra a una ventana, no hay culpables porque no podemos saber quién de todos le pegó al vidrio, digamos que la culpabilidad se "diluye" y listo. El sábado me decía un amigo "lo que hace el alcohol", ¿lo que hace el alcohol? si el pinche alcohol no hace nada, ahí estaba bien quietecito guardadito en la botella sin saber siquiera lo que estaba pasando, no si el alcohol no hace nada, el que hace pendejadas es uno, el que hizo pendejadas fue él, no el alcohol, ¿O a poco el alcohol pensó en tomar el control de su cuerpo ordenándole que le arrimara el camarón a su mejor amiga? No, no creo.
Además, tengo que aceptar que a mi también se me antojaba pistear pero tenía miedo de que se cruzara con el prozac y que al rato estuviera babeando sobre la mesa. En fin que terminé pidiendo un vaso de cerveza clara y empecé a darle pequeños sorbos, o sea, haciéndome pendejo yo solo.

Chin, me tengo que ir, al rato regreso.